8 de junio de 2019

Alma y espíritu en el hombre

“El espíritu es en consecuencia, semejante a la luz la cual en sí misma permanece por siempre como luz, pero como luz no puede hacerse manifiesta hasta que no encuentre un objeto que pueda iluminar” Por ejemplo, vosotros podéis constatarlo, considerando al sol, la luz emana continua y uniformemente de este, pero la total ausencia de un objeto hace que ningún ojo pueda notar que la luz existe. Una noche sin luna es tan rica en luz solar como una noche iluminada por la luna; pero en el primer caso la luz no encuentra ningún objeto para iluminar en el inmenso éter, y por lo tanto nadie observa que la luz existe. Pero si la luna, el gran satélite, se levanta en el éter durante la noche, entonces la luz que emana del sol se percibe inmediatamente con mucha fuerza, y todo aquel que esté familiarizado con la astronomía podrá observar fácilmente cómo y desde dónde la luna es iluminada por el sol. Vosotros podéis constatar muy fácilmente la acción espiritual de la luz en la naturaleza. En la tierra y en el aire existen y están presentes todas las formas de ser y del devenir, estas descansan inertes una al lado de la otra en la materia aparente, y exteriormente nada da señal de vida en ellas; pero cuando llega la luz, las formas que se encuentran una al lado de la otra como muertas, reciben vida aferrándose mutuamente y asumiendo nuevas formas. Compara el invierno y el verano entre sí, y la acción espiritual de la luz no se te escapará.  Y ahora sabéis bien lo que es verdaderamente el espíritu, es la luz que desde su propio calor se reproduce de eternidad en eternidad, y el calor es igual al Amor, y la luz es igual a la Sabiduría.  Si un hombre, aunque tenga perfecta su alma, pero tiene poca o ninguna luz, tendrá poca o ninguna actividad en su alma y también en su cuerpo. Pero si la luz entra en esta alma, entonces se activará en la medida de la luz que ha entrado en ella. Leer más..