17 de diciembre de 2017

El futuro de la Iglesia ceremonial. Parte IV

Por lo tanto, dejad que los sacerdotes sigan exprimiendo al pueblo; dejad que el pueblo aun ciego vaya en peregrinación y paguen misas costosas; dejad que se confiesen, que corran a las iglesias y que celebren funerales costosisimos para sus propios difuntos; dejad que los sacerdotes persigan las herencias y vendan costosos perdones e indulgencias; en resumen, dejad que los Babilonios sean cada vez peores , así también hasta os más ciegos pronto van a reflexionar y dirán: “No, en una religión semejante, en verdad no debe haber nada más que puro engaño, porque justamente los que deberían estar más convencidos de la pura Verdad de la Doctrina de Cristo y deberían actuar conforme a ella, justamente ellos mismos demuestran con sus acciones que no atribuyen ningún valor a la Doctrina y no creen en ningún Dios, y con eso no son nada más que falsos profetas que no hacen más que cuidar de sus barrigas. A menudo despojan a la gente, de todas sus pertenencias y bienes, con todo tipo de trampas; y donde la estafa ya no es suficiente, entonces lo hacen con una especie de coacción legal permitida por el Estado. ¡Y de su verdadero robo, no entregan a un alma sedienta ni siquiera un sorbo de agua por amor! Entonces fuera con todos esos falsos profetas; fuera con esos lobos feroces en piel de oveja, y con todo lo que han atormentado, engañado y robado al pobre y ciego pueblo por tanto tiempo. ¡Fuera con los templos, los altares, las imágenes sagradas, las reliquias, las campanas y todos los utensilios eclesiásticos vanos y faltos de algún valor espiritual de vida! De ahora en adelante queremos nosotros mismos examinar la Doctrina de Cristo, dejar que sea explicada por un verdadero doctrinador iluminado por Dios y luego vivir y actuar con base en ella. ¡Y el verdadero doctrinador no tendrá que morir de hambre ni de sed en nuestra mesa, y tampoco tendrá que ir por ahí desnudo y descalzo!” Leer más...