En las catacumbas de Roma y en los castillos de los clérigos de España e Italia, y también aquí y allá del Imperio alemán, aún se encuentran bastantes anotaciones muy importantes que se remontan a Mi tiempo. Pero la codicia, el lujo y la ambición de la prostituta de Babel, no ha dejado llegar nada de esto entre los hombres, y eso por el temor y la gran preocupación de traicionarse enormemente y luego con mucha severidad ser llamada por todo el mundo a rendir cuentas de por qué ella ha privado a los hombres de la verdad por tantos siglos. En efecto tal infame motivo ahora es evidente por sí mismo a cualquiera que piensa; siendo así no será tampoco realmente necesario aclararlo aquí más.
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