Yo he dado a la Tierra una larga paz. Entonces los príncipes dormían, y sus ministros robaban y oprimían al pueblo, y el pueblo, no obstante, silbaba y bailaba y se olvidaba de Mí, junto con los príncipes y ministros. Pero Yo no dormía ni oprimía, y no había ningún motivo para silbar y bailar, porque un verdadero Padre no puede celebrar cuando se acerca una epidemia maligna y mata a un hijo tras otro. Pero si la epidemia persiste durante mucho tiempo, entonces el Padre sólo puede ser tomado por la ira justa; y puesto que este Padre también es el Señor de todas las epidemias, entonces es ahora el tiempo de aplastar la cabeza de la epidemia en Europa entera, así como en la Tierra entera.
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