Había una vez en la Tierra, una niña tan adornada en su corazón como lo estaba el cinturón brillante de Orión. Ella sollozaba en las noches y lloraba cuando dormía; únicamente durante el día, a menudo, se le veía reír y bromeaba con todas las estrellas del cielo que podía ver durante el día. De noche, el cielo más sereno no le ofrecía ninguna estrella y el sueño sin sueños solo atravesaba furtivamente las horas nocturnas.
¡Oh, entonces cada día tenía que convertirse en magia! porque solo el día le daba a la rara muchachita todo lo que de otra manera, la noche, esta madre alimenticia de la Tierra, solo le da a los que sueñan. ¡Oh ahora adivina tu queridísima hijita que vienes del regazo de las estrellas, donde ninguna noche oprime los campos polvorientos de los mundos luminosos! ¿Quién es esta rara muchachita?
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